SINOPSIS








SINOPSIS


Ramón Amaya Amador relata su experiencia en los campos bananeros para elaborar su novela. El propósito del autor —más que hacer un aporte literario— es crear una conciencia política que produzca un cambio social que mejore las condiciones y la calidad de vida de los trabajadores hondureños.

Los campos bananeros son descritos en la novela como una “prisión verde”, por la misteriosa atracción que ejercen sobre los trabajadores a pesar de ser explotados sienten el impulso a quedarse trabajando ahí a pesar de todas las dificultades. Amaya Amador empieza su relato en el ambiente de una de las oficinas de las compañías, en la que un “jefe gringo” —Míster Still— intenta convencer al terrateniente Luncho López para que le venda sus tierras a la compañía bananera.

Después de la reunión con los terratenientes, aparece en mala facha el señor Martín Samayoa, quien después de haber derrochado el dinero que le dio la compañía por su terreno, buscaba la ayuda de Míster Still para que le diera un trabajo de capataz, pero éste lo despreció y lo mandó a buscar trabajo de peón. Desalentado por el desaire y sin dinero, Samayoa tuvo la suerte de conocer al campeño Máximo Luján, quien lo llevó a vivir a su casa, un lugar miserable en el que vivía con otros trabajadores de la bananera y le consiguió trabajo como regador de veneno.

 En cada episodio del libro siempre hay alguna injusticia de parte de la Compañía que provoca la indignación de los trabajadores. Pero el grupo de Máximo Luján va adquiriendo cada vez más conciencia social.

Sobre los partidos políticos tradicionales: el Partido Nacional y el Partido Liberal, Luján opina que “tienen la misma esencia: oligarquía; y sirven al mismo patrón: las Compañías Bananeras”… “En política necesitamos algo distinto”. Necesitamos que los anhelos de las masas trabajadoras se plasmen en un ideal político, y este ideal, en un verdadero partido de los trabajadores, partido revolucionario de verdad. Ya no debemos creer en los hombres-ídolos: de sus promesas está llena nuestra historia política”.

La situación de los trabajadores empeora cuando suben de precio los productos de los comisariatos, que eran propiedad de la misma compañía. A los trabajadores el gobierno les cobra impuestos para crear escuelas y hospitales, y sin embargo no reciben ninguno de esos servicios. Cuando muere un conductor de una grúa en un accidente, un jefe gringo se enoja con el difunto por echar a perder la máquina con valor de miles de dólares y grita encolerizado: “¡Mejor se hubieran matado cien desgraciados!”. Esto provoca una gran indignación de los trabajadores que no soportan tantos maltratos y humillaciones, por lo que deciden ir a la huelga. Y deciden nombrar a Máximo Luján como director de la misma.

El libro se cierra con los amigos recordando a Máximo Luján y su legado: “La prisión verde no es solo oscuridad. Máximo encendió en ella el primer hachón revolucionario. Otros cientos de hermanos se encargarán de mantenerlo enhiesto”.

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